Qué es Deepfake y cuál es su posible amenaza para sociedad. Deepfake hace referencia a videos donde el rostro y la voz de una persona han sido manipulados intencionalmente utilizando inteligencia artificial (IA) de una manera que hace que el vídeo alterado parezca auténtico.

Es decir, son contenidos audiovisuales editados mediante informática basada en IA, los cuales crean la ilusión que el rostro y voz de un protagonista sean reales, cuando en realidad dichas palabras, expresiones, circunstancias o situaciones nunca existieron, sino que han sido creadas por la tecnología, teniendo como propósito inducir a error al público, haciendo creer que dicho “video” es veraz, y que fue grabado intencionalmente y con el consentimiento de su autor.

Ahora bien, mediante casos de deepfakes se ha logrado introducir en el publico videos de Mark Zuckerberg (CEO de Facebook), Nancy Pelosi (presidenta de la Cámara de Representantes de EEUU), Barack Obama (Ex presidente de los EEUU), Donald Trump (Ex presidente de los EEUU), además de haber publicado videos pornos falsos utilizando los rostros de reconocidos artistas internacionales como los de Scarlett Johansson, Gal Gadot y Taylor Swift.

A consecuencia de ello, en el mundo tecnológico existen deepfakes apps y deepfakes programs que uno puede descargar y empezar a utilizar. Sin embargo, existen personas que utilizan dichas herramientas digitales con fines ilícitos, ya que, es de conocimiento que existen casos en donde mediante deepfakes imitan datos biométricos alterando así, sistemas de reconocimiento de voz, rostro o movimiento. De esta manera, es que los deepfakes se convierten para nuestra sociedad en una amenaza política y tecnológica.

Seria insidioso que mediante los deepfakes y los fakenews, se llegue a crear una sociedad donde no exista confianza en los contenidos multimedias, donde el público ya no se esfuerce por distinguir si una noticia, video o información es verdadera o falsa.

A la fecha no existe normativa específica que regule los deepfakes, sin embargo, considerando que la regulación es necesaria e inminente, es de conocimiento que nuestro ordenamiento jurídico regula el derecho a la suplantación de identidad, a la difamación, al fraude, al honor, a la buena reputación, entre otros.

Así, la Ley de Delitos Informáticos (Ley N° 30096) menciona que;

Artículo 9.-Suplantación de identidad

El que, mediante las tecnologías de la información o de la comunicación suplanta la identidad de una persona natural o jurídica, siempre que de dicha conducta resulte algún perjuicio, material o moral, será reprimido con pena privativa de libertad no menor de tres ni mayor de cinco años.

Previamente a la vigencia del artículo mencionado, correspondía al artículo 438° del Código Penal, sancionar cualquier falsedad que cause perjuicio a terceros.

Artículo 438.- Falsedad genérica

El que de cualquier otro modo que no esté especificado en los Capítulos precedentes, comete falsedad simulando, suponiendo, alterando la verdad intencionalmente y con perjuicio de terceros, por palabras, hechos o usurpando nombre, calidad o empleo que no le corresponde, suponiendo viva a una persona fallecida o que no ha existido o viceversa, será reprimido con pena privativa de libertad no menor de dos ni mayor de cuatro años.

Sin embargo, creemos que, ante la creciente evolución y desarrollo de las tecnologías de inteligencia artificial, debe crearse una regulación especifica que ayude a prever el contenido de los deepfakes.

Una idea seria que se les exija a las plataformas digitales contar con herramientas de detección de deepfakes, a fin de que cuando un video sea denunciado por dicho motivo la plataforma, a través de dicha herramienta detecte los videos que son deepfakes y los elimine automáticamente, a excepción de los que cuenten con autorización como existe con algunos videos que han servido como campaña publicitaria.

Finalmente, se conoce que Estados Unidos continúa trabajando en paliar y reducir los efectos nocivos de los Deepfakes mediante herramientas tecnológicas propias nacionales, a fin de que la responsabilidad no solo recaiga en las plataformas digitales.